Si sientes dolor persistente en la ingle al correr, girar el tronco o hacer levantamientos rápidos, quizá te has preguntado qué es la pubalgia y por qué puede arruinar tus entrenamientos. De manera sencilla, la pubalgia, también conocida como athletic pubalgia o “sports hernia,” es una lesión dolorosa en la zona baja del abdomen y la ingle. Aunque su apodo “hernia deportiva” genera confusión, en realidad no hay una hernia real: hablamos de un daño en los músculos o tendones que se insertan cerca del pubis, normalmente producido por movimientos bruscos de torsión.
Las estadísticas muestran que, cada año, alrededor del 5% de atletas adultos padece pubalgia (athletic pubalgia). Esta dolencia afecta con mayor frecuencia a personas que practican deportes donde el movimiento explosivo del tren inferior se combina con giros rápidos, como fútbol, hockey, crossfit o atletismo. La buena noticia es que, con fisioterapia adecuada y una rehabilitación bien guiada, mejoras notables suelen aparecer en un plazo de seis a ocho semanas.
En este artículo te explicaremos, paso a paso, las causas, síntomas, riesgos y estrategias de prevención y tratamiento para la pubalgia. Si eres un futbolista amateur, un entusiasta del crossfit o simplemente alguien que desea entender y superar este dolor en la ingle, te damos la bienvenida a OsteoStudio. Esperamos que encuentres orientación clara, datos confiables y un enfoque que te motive a pasar a la acción.
¿Por qué aparece la pubalgia?
La pubalgia suele manifestarse cuando hay un exceso de tensión en la unión entre los músculos abdominales y los aductores. En palabras más técnicas, ocurre un desequilibrio entre la fuerza que ejercen tus abdominales (particularmente los oblicuos) y los aductores (músculos internos del muslo). Al ser sometidos a cambios rápidos de dirección y torsiones explosivas, alguno de estos tejidos puede desgarrarse o lesionarse. Esto genera inflamación y dolor en la zona púbica.
Algunos factores que contribuyen a esta lesión son:
- Movimientos repetitivos de arranque o giro con máxima potencia.
- Falta de fortalecimiento equilibrado entre abdomen y muslos.
- Calentamiento inadecuado antes de la actividad física.
- Pequeñas inestabilidades de la pelvis y la zona lumbar.
Cuando los músculos abdominales o los aductores se ven obligados a compensar debilidades o desequilibrios, existe mayor probabilidad de microdesgarros. Estos microdesgarros generan inflamación, y de no tratarse a tiempo, el dolor se vuelve crónico. El término “hernia” aparece porque la molestia se localiza cerca de la ingle, pero médicamente se prefiere llamarla athletic pubalgia para evitar confusiones con otras hernias reales.
Síntomas frecuentes y diferencias con la hernia inguinal
El síntoma más importante es el dolor punzante en la parte inferior del abdomen o en la ingle, que aumenta al toser, estornudar o patear un balón con fuerza. A diferencia de la hernia inguinal, la pubalgia no exhibe un bulto visible en la zona afectada. Suele mejorar con el reposo, pero reaparece en cuanto retomas la actividad deportiva.
Para identificar mejor los signos de la pubalgia, te recomendamos repasar algunos síntomas:
- Dolor agudo durante movimientos de torsión, especialmente al patear, saltar o cambiar de dirección.
- Sensación de “tirón” o pinchazo en la ingle que no desaparece.
- Hipersensibilidad en la parte baja del abdomen.
- Molestia que irradia hacia los aductores, el muslo interior o la zona pubiana.
La ausencia de protuberancias diferencia a la pubalgia de una hernia inguinal, donde sí puede existir una prominencia visible. Si dudas entre ambas, un examen médico, a menudo complementado con estudios de imagen (ecografía o resonancia magnética), ayuda a descartar otras lesiones como desgarros en aductores o la presencia de hernias inguinales auténticas.
Factores de riesgo y deportes más afectados
La pubalgia habitualmente muestra un riesgo mayor entre los 26 y los 28 años, sobre todo en hombres. Se cree que las características anatómicas y biomecánicas masculinas predisponen a esta lesión con más frecuencia que en mujeres. Sin embargo, cada vez más deportistas femeninas reclaman atención al presentar síntomas compatibles con la pubalgia.
Entre los deportes más propensos se encuentran:
- Fútbol: Giros constantes, chutes potentes y cambios de ritmo.
- Hockey sobre hielo: Famoso por los bruscos frenazos y la intensidad de sus giros.
- Crossfit: Movimientos explosivos y levantamientos pesados que combinan flexiones, sentadillas y torsiones.
- Fútbol americano y rugby: Choques y empujes constantes, más giros rápidos.
- Lucha o artes marciales: Movimiento multidireccional de alta intensidad.
Aunque la pubalgia es más común en niveles de competencia alta, los futbolistas amateurs y practicantes de crossfit no están exentos. De hecho, su prevalencia en participantes ocasionales puede verse incrementada cuando no se cuida la técnica o se ignoran las señales iniciales de dolor.
Cómo se diagnostica la pubalgia
El diagnóstico comienza con una evaluación física: se presiona la región inguinal o el bajo vientre para ubicar el punto de dolor, y se realizan maniobras de resistencia (por ejemplo, un sit-up o contracción abdominal) para comprobar si surge la molestia. Además, si el especialista sospecha un daño mayor o debe descartar una hernia inguinal, puede prescribir pruebas de imagen como:
- Ecografía: Útil para ver inflamaciones o pequeñas lesiones musculares.
- Resonancia magnética: Permite un detalle más preciso de los tendones y músculos adyacentes.
- TAC o tomografía computarizada: Cuando se requiere descartar otras patologías de la región pélvica.
En algunos casos, la pubalgia puede solaparse con osteítis de pubis (inflamación en la sínfisis púbica), desgarros en los músculos aductores o pinzamientos de cadera. Por ello, las pruebas de imagen y un examen exhaustivo son fundamentales para un diagnóstico correcto.
Tratamientos disponibles y enfoques más habituales
Los tratamientos para la pubalgia se dividen, a grandes rasgos, en dos grandes bloques: el tratamiento no quirúrgico y el quirúrgico. La elección depende de la gravedad de la lesión, la cronicidad de los síntomas y la respuesta a la rehabilitación inicial.
Tratamiento no quirúrgico
En la mayoría de los casos, se comienza por la vía conservadora. Es decir, fisioterapia, reposo moderado, ejercicios de fortalecimiento progresivo y antiinflamatorios. El objetivo es reducir el dolor, recuperar la estabilidad de la pelvis y evitar una sobrecarga excesiva en la zona púbica. Con la fisioterapia adecuada y adaptada al deporte que practicas, se pueden observar mejoras significativas en un período de seis a ocho semanas.
Algunas medidas típicas son:
- Reposo activo: Bajar la intensidad y frecuencia de la actividad, pero sin abandonar por completo el movimiento.
- Hielo o calor: Puede aliviar la inflamación y el dolor inmediato.
- Medicamentos antiinflamatorios y analgésicos: Siempre bajo prescripción médica.
- Fisioterapia específica: Incluye masaje, ejercicios de movilidad y técnicas para realinear la región lumbo-pélvica y fortalecer la musculatura abdominal y de aductores.
- Infiltraciones (corticoides o anestésicos): En algunos casos se recurre a ellas para el dolor agudo.
Tratamiento quirúrgico
Si tras un período de dos a seis meses con enfoque conservador el dolor no mejora, la cirugía puede convertirse en la siguiente opción. Se calcula que aproximadamente el 90% de las cirugías para reparar la pubalgia (ya sean abiertas o laparoscópicas) resultan exitosas. Es decir, la mayoría de pacientes regresa a su nivel deportivo habitual en un lapso de seis a doce semanas después de la operación.
La cirugía consiste, por lo general, en reparar el tejido desgarrado y reforzar la zona abdominal y/o de aductores. Una rehabilitación postoperatoria adecuada resulta primordial para prevenir recaídas. Aunque la pubalgia se considera un problema complejo, la evidencia muestra que los deportistas recuperan su rendimiento si siguen los protocolos indicados.
Fases de recuperación y ejercicios recomendados
La rehabilitación de la pubalgia suele organizarse en fases bien definidas, buscando primero reducir dolor, después recuperar estabilidad y, por último, entrenar la potencia y la mecánica deportiva específica. Estas son las etapas más comunes:
- Fase de reposo y alivio del dolor
- Objetivo: Disminuir la inflamación y el dolor.
- Actividades: Uso de hielo, reposo relativo, estiramientos suaves.
- Duración aproximada: 1-2 semanas (aunque varía según cada persona).
- Fase de activación y control muscular
- Objetivo: Comenzar a reforzar los músculos clave (abdominales profundos, aductores, glúteos) sin incrementar el dolor.
- Actividades: Ejercicios isométricos, trabajo de core estable, técnicas de respiración para estabilizar el tronco.
- Duración aproximada: 2-4 semanas.
- Fase de fortalecimiento progresivo
- Objetivo: Incrementar la fuerza en regiones debilitadas, mejorar la coordinación neuromuscular y la postura.
- Actividades: Sentadillas con carga ligera, planchas con variaciones, ejercicios excéntricos para aductores y oblicuos.
- Duración aproximada: 4-6 semanas.
- Fase de vuelta al deporte
- Objetivo: Reintegrar movimientos propios de tu disciplina deportiva (cambios de dirección, sprints, saltos).
- Actividades: Drills específicos, carrera progresiva, ejercicios pliométricos controlados.
- Duración aproximada: 6-12 semanas o más si la lesión fue grave.
Un programa estructurado y personalizado marcará la diferencia, ya que cada caso de pubalgia evoluciona de forma única.
Cómo prevenimos la pubalgia
Aunque no siempre se puede garantizar que la pubalgia nunca aparecerá, sí existen rutinas de prevención muy útiles. La idea es reforzar los músculos del core y aductores, al tiempo que se corrigen posibles desequilibrios posturales o de pisada.
Algunas pautas clave:
- Calentamiento completo antes de cada entrenamiento, con ejercicios de movilidad de cadera, rodilla y tobillo.
- Fortalecimiento regular del core (incluyendo oblicuos, transverso del abdomen y multífidos).
- Practicar estiramientos suaves de abductores y aductores.
- Controlar la carga de entrenamiento, evitando aumentos bruscos en la intensidad o el volumen de trabajo.
- Realizar revisiones periódicas con un fisioterapeuta si existen molestias recurrentes.
En caso de sospecha de pubalgia incipiente o dolor que no cede, es preferible acudir pronto al profesional. Una detección temprana puede evitar complicaciones, y el reposo relativo durante unas semanas de molestias leves suele ser más efectivo que dejar evolucionar la lesión hasta fases agudas o crónicas. Echa un vistazo también a nuestra página sobre la patología pubalgia si llevas tiempo con dolor y quieres conocer las posibles complicaciones de no tratarla a tiempo.
Nuestro enfoque profesional en OsteoStudio
En OsteoStudio, somos mucho más que una clínica de fisioterapia en Barcelona. Trabajamos codo con codo contigo para identificar la raíz de tu pubalgia y diseñar un programa de rehabilitación a tu medida. Nuestra experiencia con futbolistas amateur y practicantes de crossfit nos permite personalizar las sesiones para cada atleta, considerando tipo de deporte, frecuencia de entrenamiento y objetivos a largo plazo.
Nuestro enfoque se basa en:
- Evaluación integral: escuchamos tu historial deportivo, valoramos tu postura y analizamos la mecánica de tus movimientos.
- Plan de tratamiento personalizado: determinamos si necesitas un refuerzo conservador, ejercicios específicos o derivación para cirugía.
- Trabajo en equipo: coordinamos con otros profesionales de la salud si tu caso así lo requiere, asegurando un abordaje global.
- Seguimiento continuo: nuestro compromiso va más allá de la fase aguda. Te acompañamos incluso después de tu recuperación total, para asegurar que mantengas tu rendimiento sin recaídas.
Entendemos lo frustrante que puede ser disminuir tu actividad deportiva debido al dolor en la ingle. Por eso, te ayudamos a avanzar con confianza, adaptando cada paso según tus progresos. Al final, la meta es que vuelvas a competir o entrenar sin limitaciones, y con la tranquilidad de haber abordado las causas profundas de tu lesión.
Conclusión
La pubalgia puede interrumpir tu ritmo de vida o tus planes de entrenamiento, pero no tiene por qué convertirse en un obstáculo permanente. Con un diagnóstico certero, un programa de fisioterapia bien planificado y un compromiso constante de tu parte, encontrarás el camino para recuperar tu nivel deportivo y, por supuesto, tu calidad de vida.
Si actualmente lidias con ese dolor persistente en la ingle, te animamos a actuar pronto. Reservar una evaluación con nuestro equipo en OsteoStudio puede ser la llave para trazar tu plan de recuperación, mejorar tu rendimiento y retomar tus actividades sin miedo a las recaídas.
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