Los síntomas más comunes son la acidez (pirosis), regurgitación, sensación de ardor retroesternal, tos nocturna, halitosis, disfagia ligera y molestias en la parte alta del abdomen o el pecho. También pueden aparecer hinchazón postprandial y saciedad precoz.
Es importante diferenciar molestias habituales de señales de alarma: vómitos con sangre, heces negras, pérdida de peso inexplicada, anemia, disfagia progresiva, dolor torácico intenso no filiado, vómitos persistentes o imposibilidad para tragar. Ante cualquiera de estas situaciones, derivamos de forma prioritaria para valoración médica y pruebas.