Aunque coloquialmente se habla del “tirón”, no todo es rotura.
Rotura fibrilar: dolor súbito y localizado, a veces chasquido, posible hematoma, dolor al estirar y al contraer con pérdida de fuerza.
Contractura: dolor y rigidez progresiva, sin momento claro de rotura ni hematoma; mejora en pocos días con descarga y movilidad.
En consulta, la palpación, las pruebas de resistencia y de elongación, y la respuesta a la carga nos orientan con claridad hacia un diagnóstico más preciso.