Tras el mecanismo lesional típico (giro con el pie fijado, valgo-rotación o desaceleración brusca) es habitual oír/percibir un chasquido (pop), notar dolor agudo e inflamación rápida en las primeras horas. Días después pueden aparecer inestabilidad, “falseos”, derrame recidivante y limitación de movilidad. Algunas personas refieren inseguridad al bajar escaleras o al cambiar de dirección, incluso caminando.
A la exploración encontramos pruebas clínicas compatibles (Lachman, pivot-shift), déficit de fuerza del cuádriceps e isquios, alteraciones del patrón de marcha y restricciones de movilidad (extensión completa y flexión). Detectar estos signos pronto orienta el plan y evita cronificar el problema.