Los signos más comunes son el dolor localizado al mover o cargar, sensibilidad a la palpación, rigidez matutina o tras periodos de reposo y dolor al realizar el gesto que irrita el tendón (saltar, correr, lanzar, empuñar). A veces hay engatillamientos o sensación de “tirantez”, y ocasionalmente hinchazón leve.
Acude cuanto antes si notas: dolor nocturno persistente que no mejora con reposo relativo, dolor súbito tras un chasquido (sospecha de rotura), pérdida de fuerza marcada o inflamación importante acompañada de calor/fiebre. Detectarlas a tiempo evita recaídas y acelera la recuperación.